miércoles, 23 de noviembre de 2011

SERÁS MI PUTA

REPORTAJE: TESTIMONIO

"Serás mi puta"

Una esclava sexual de Gadafi cuenta su calvario en el harén del coronel

ANNICK COJEAN 20/11/2011    
    
Tiene 22 años, es bella como un sol y está destrozada. A veces, se ríe durante unos segundos, y entonces un destello infantil ilumina un rostro arañado por la vida. "¿Cuántos años me echa?", pregunta, quitándose las gafas de sol. Espera un momento, esboza una leve sonrisa y murmura: "Yo me siento como si tuviera 40". Y le parecen muchos.
 
El Guía de Libia tenía una veintena de chicas a su disposición, además de compañeros sexuales masculinos, según Safia.
Aparta la mirada y se cubre la parte inferior del rostro con el velo negro; unas lágrimas asoman a sus ojos oscuros. "Muamar el Gadafi me ha destrozado la vida". Quiere contarlo todo. Piensa que es peligroso, pero acepta dar su testimonio durante un encuentro de varias horas en un hotel de Trípoli . Sabe que está confusa, que no encontrará palabras para describir el universo de perversión y locura en el que la precipitaron.
Pero necesita hablar. Sus recuerdos constituyen una carga demasiado pesada. "Manchas", dice ella, que le provocan pesadillas. "Por mucho que lo cuente, nadie sabrá nunca de dónde vengo ni lo que he pasado. Nadie puede imaginarlo. Nadie". Sacude la cabeza con un aire de desesperación. "Cuando vi el cadáver de Gadafi expuesto ante la muchedumbre, experimenté un breve momento de placer. Luego sentí un gusto amargo en la boca". Ella hubiera querido que Gadafi sobreviviese, que hubiera sido capturado y juzgado por un tribunal internacional. Durante todos estos meses no pensaba en otra cosa. "Me preparaba para enfrentarme a él, para preguntarle, mirándolo a los ojos: '¿Por qué? ¿Por qué me hiciste eso? ¿Por qué me violaste? ¿Por qué me golpeaste, drogaste e insultaste? ¿Por qué me enseñaste a beber y a fumar? ¿Por qué me robaste mi vida?".
Cuando su familia, originaria del este del país, se traslada a Sirte, la ciudad natal del coronel Gadafi, ella tiene cinco años. En 2004, cuando la eligen entre las alumnas del instituto para entregar un ramo de flores al Guía durante una visita al centro escolar, ella tiene 15 años. "Era un gran honor. Yo lo llamaba 'papá Muamar' y se me ponía la carne de gallina". El coronel le apoya una mano en el hombro y le acaricia el cabello lentamente. Es una señal para sus guardaespaldas que significa: "A esta la quiero". Ella lo sabrá más tarde.
Al día siguiente, tres mujeres uniformadas al servicio del dictador -Salma, Mabrouka y Feiza- se presentan en el salón de belleza que regenta su madre. "Muamar quiere verte. Desea darte unos regalos". La adolescente -llamémosla Safia- las acompaña de buen grado. "¿Cómo sospechar? Era el héroe, el príncipe de Sirte".

La conducen al desierto, donde la caravana del coronel, de 62 años, se ha instalado para una cacería. La recibe enseguida, hierático, con ojos penetrantes. La interroga sobre su familia, sobre los orígenes de su padre, de su madre, sobre sus medios económicos. Después, le pide fríamente que se quede a vivir con él. La joven está desconcertada. "Tendrás todo lo que quieras: casas, coches...". Ella se asusta, sacude la cabeza, dice amar a su familia y querer estudiar. "Yo me ocuparé de todo", responde él. "Conmigo estarás a salvo. Te aseguro que tu padre lo comprenderá". Y llama a Mabrouka para que se ocupe de la adolescente.
Durante las horas que siguen, Safia, aterrada, ve cómo le adjudican un lote de lencería y ropa sexi. Le enseñan a bailar y a desvestirse al son de la música, así como "otros deberes". Ella solloza y pide que la lleven a casa de sus padres. Mabrouka sonríe. El regreso a una vida normal no forma parte de sus opciones.

Durante las tres primeras noches, Safia baila sola ante Gadafi. Él escucha una casete de un músico "al que más tarde mandará matar". La mira, pero no la toca. Simplemente, dice: "Serás mi puta". La caravana vuelve a Sirte con Safia en el equipaje.
La noche del regreso, ya en palacio, la viola. Ella se resiste. Él le da de palos y le tira del pelo. Ella intenta huir. Mabrouka y Salma intervienen y la golpean. "Continuó durante días. Me convertí en su esclava sexual. Me violó durante cinco años".
Muy pronto se encuentra en Trípoli, en la guarida de Bab el Azizia, un complejo ultraprotegido por tres recintos de murallas en el que viven, en diversos edificios, el amo y señor de Libia, su familia, sus colaboradores y sus tropas de élite. Al principio, Safia comparte una pequeña habitación en la residencia del amo con otra joven de Bengasi, también raptada, pero que un día conseguirá huir. En la misma planta, en unos cuartos minúsculos, hay permanentemente una veintena de muchachas, la mayoría de entre 18 y 19 años, en general reclutadas por las tres emisarias. Estas tres mujeres, brutales, omnipresentes, regentan una especie de harén, en el que las chicas, camufladas como guardaespaldas, están a disposición del coronel. La mayoría solo se queda algunos meses, antes de desaparecer, una vez que el amo se cansa de ellas.

Safia sabe que es la más joven y se pasa el tiempo viendo la televisión en su cuarto. Le niegan lápiz y cuaderno. Consume las horas delante del espejo, hablando sola en voz alta y llorando. Debe estar siempre preparada, por si la llama el coronel; día y noche. Las dependencias de Gadafi están en el piso superior. Al principio, la llama constantemente. Luego, la relega en favor de otras, escogidas entre las amazonas, que a veces consienten -algunas dicen "entregarse al Guía"-, pero en su mayoría forzadas. El coronel sigue reclamándola al menos dos o tres veces por semana. Siempre violento, sádico. Safia tiene moratones, mordeduras y el pecho desgarrado. Sufre hemorragias. Gala, una enfermera ucrania, es su "única amiga". Cada semana practica extracciones de sangre a las jóvenes.
Regularmente, se celebran fiestas con modelos italianas, belgas y africanas, o con estrellas de esas películas egipcias que aprecian los hijos del coronel y otros dignatarios. Cenas, bailes, música, "orgías". En ellas, Gadafi se muestra generoso. Safia recuerda haber visto maletas llenas de euros y dólares. "Se las daba a los extranjeros, nunca a los libios". Según ella, el coronel tenía también numerosos compañeros sexuales masculinos.

Su mujer y el resto de la familia, que viven en otros edificios de Bab el Azizia, están al tanto de las costumbres del dictador. "Pero sus hijas no querían verlo en compañía de otras mujeres, así que se reunía con ellas el viernes, en su otra residencia, cerca del aeropuerto". En el jacuzzi que tiene en su habitación, y desde el que consulta su ordenador, exige juegos y masajes. Obliga a Safia a fumar, a beber whisky Black Label, a esnifar cocaína. Ella la odia. Tiene miedo. La segunda vez sufre "una sobredosis" y termina en el hospital de Bab el Azizia. Él la consume sin cesar. "Siempre estaba bajo sus efectos y nunca dormía".

En junio de 2007 la lleva a un viaje oficial de dos semanas por África. Malí, Guinea-Conakry, Sierra Leona, Costa de Marfil, Ghana. El coronel le coloca un uniforme caqui y la presenta como guardaespaldas, cosa que no es, pese a que Mabrouka la haya enseñado a recargar, desmontar, limpiar y utilizar un kaláshnikov. "El uniforme azul estaba reservado para los verdaderos guardias entrenados. En general, el uniforme caqui no era sino puro teatro".

Los padres de Safia no han tardado en conocer el destino de su hija. Su madre ha podido ir a verla una vez a palacio. A veces, Safia puede llamarla por teléfono, pero siempre bajo escucha. Le han dicho que si sus padres se quejan, los matarán. El padre está tan avergonzado que no quiere saber nada. Sin embargo, es él quien organiza la fuga de su hija. Pues, harto de verla deprimida, Gadafi la autoriza tres veces a visitar brevemente a su familia en un coche de palacio. Durante la cuarta visita, en 2009, consigue abandonar la casa disfrazada de anciana y, gracias a un cómplice en el aeropuerto, toma un avión hacia Francia.
Permanecerá allí durante un año, para luego volver a Libia, donde tendrá que esconderse, y oponerse a su madre, que quiere casarla enseguida con un viejo primo viudo; más tarde huye a Túnez y, en abril de 2011, se casa en secreto, con la esperanza de partir con su joven marido hacia Malta o Italia. La guerra los separa. Él cae gravemente herido. Safia no tendrá noticias suyas durante meses.
Ahora fuma. Llora a menudo. Se siente "destruida". Quisiera testificar ante un tribunal, pero sabe que, en su país, el oprobio sería tal que se convertirá en una paria. Su vida está en peligro. "Gadafi aún tiene partidarios". Ya no sabe adónde ir.
© Le Monde | Traducción: José Luis Sánchez-Silva

viernes, 2 de septiembre de 2011

LA DESIGUALDAD DE LA LEY DE VOLENCIA DE GÉNERO

LA DESIGUALDAD DE LA LEY DE VOLENCIA DE GÉNERO

“Por la mañana me deseó buen viaje de negocios. Después me arrebató mi casa y mis hijos”

“Por la mañana me deseó buen viaje de negocios. Después me arrebató mi casa y mis hijos”
Marcos Perujo, separado y con dos hijas (E.C.)
Claudia Munaiz.- 28/03/2011 (06:00h)

Juan* (que omite su nombre porque tiene un juicio pendiente) interrumpe la conversación para hablar por teléfono con su hijo pequeño. “No olvides que papá te quiere mucho”, dice con ternura. Que no lo olvide ninguno de sus dos hijos es lo que permite que este ingeniero de 40 años pueda seguir abordando la vida con ilusión. Una vida que le sonreía. Buena posición, dos hijos, un hogar confortable, viajes de placer y un matrimonio aparentemente feliz. Hasta que todo se truncó de un día para otro. Y es que en España, la violencia de género no es exclusiva de los hombres (hacia las mujeres). El Confidencial ha hablado con un grupo de hombres que busca denunciar el vacío legal y la desigualdad que existe en la Ley aprobada por el gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero.
Dormir en la cárcel siendo inocente
“Fue una pesadilla. Salí por la mañana por viaje de negocios. Me despedí de ella (su entonces mujer) con normalidad. Al volver, me esperaban dos guardias civiles en el aeropuerto. 'Acompáñenos. Tiene una denuncia por maltrato y una orden de alejamiento interpuesta por su mujer'. Dormí en el calabozo y nunca más pude entrar en la que sigue siendo mi casa”, comparte Juan mientras envía un mensaje de buenas noches a sus hijos, cuya custodia comparte con la que fue su esposa hasta 2008.
En su caso, desde la denuncia hasta la sentencia (favorable para él), pasaron dos largos meses. “Me arrancaron de mi casa, sin remedio ni posibilidad de volver a entrar en ella, me arrancaron de mis hijos, a los que sólo podía ver esporádicamente, y siempre dejándolos con una tercera persona a 500 metros de mi casa, me arrancaron de mi entorno, del escenario de mi día a día...”, recuerda compungido.
La carga emocional que le supuso fue enorme. Se encontró de pronto en la calle, sin un lugar donde dormir, sin ropa, sin techo... “Aguanté por la serenidad que te aporta el saber que eres completamente inocente, eso te da una fuerza maravillosa para luchar contra una injusticia de ese calibre, a mí me llenó de energía”, confiesa Juan.
Penas distintas para hombres y mujeres
Su caso no es aislado. La Ley de Violencia de Género, promesa electoral de Zapatero, que entró en vigor en junio de 2005, impone penas distintas a hombres y mujeres por los mismos hechos, y lleva implícita la presunción de culpabilidad para los varones españoles. Una Ley según la cual prácticamente todo es delito de maltrato cuando el sujeto activo es un varón, pero no lo es si el sujeto activo es una mujer. Y aun en los casos en que para ambos un mismo hecho constituye delito, al varón se le imponen mayores penas que a la mujer por el mismo hecho. Desde el grupo de Facebook Hombres Maltratados, se recoge la opinión de la jurista María Pozas: “La imposición de penas distintas en función del sexo del agresor vulnera tres artículos de la Constitución: el principio de igualdad del artículo 14; El derecho a la presunción de inocencia del artículo 24.2 y el derecho a la dignidad de la persona establecido en el artículo 10.1”.
Laude Puig Velasco, portavoz de la Asociación “Tarragona per la Custòdia Compartida, comparte con este diario tres estudios realizados sobre casos reales de discriminación y vulneración de los derechos humanos. En los informes, se recogen numerosos casos de denuncias interpuestas por madres y padres. Las diferencias son evidentes a la hora de emitir una sentencia cuando el demandante es una mujer o un hombre. Por ejemplo: un padre denuncia maltrato continuado en el entorno materno (sobre los hijos). Las medidas adoptadas por jueces y fiscales son, en todo momento, “ninguna o sobreseimiento”.
En definitiva, la norma permite que una mujer, sin ningún tipo de pruebas, pueda poner una denuncia de maltrato o una petición de orden alejamiento que, casi siempre, se admite como medida preventiva. Para revertir esta situación, los miembros de la asociación piden al Gobierno que se involucre y deje de mantener una actitud pasiva frente a estas injusticias. “Jueces y fiscales archivan sistemáticamente las denuncias puestas por los padres hombres, siendo la mayoría de malos tratos a menores procedentes de la madre”, explica Puig Velasco.
Esta afirmación se sustenta en un estudio realizado en el año 2000 por el centro Reina Sofía, según el cual el 57% de agresiones cometidas a menores fue perpetrado por las madres o el padre no-biológico. Solo un 36,5% las cometió por el padre biológico.
Más de 15 denuncias ignoradas
Marcos Perujo Martínez no tiene nada que ocultar y sí mucho que denunciar. Este es un resumen de su historia. Separado en 2002, pidió la custodia de sus dos hijas. La Juez del Juzgado 18 de familia de Barcelona le otorgó la custodia a la madre. Y no solo eso, el Equipo Técnico Civil que asesoró a la magistrada culpó al padre de todo el conflicto familiar e informó de que su hija mayor le tenía “miedo”.
Durante cinco años se incumplió repetidamente el régimen de visitas: después de más de 15 denuncias interpuestas por el hombre, los juzgados no hicieron nada al respecto. “El 27 de febrero de 2008 mis hijas vinieron a verme aterradas: su madre las tuvo de pie toda la noche, golpeándolas y exigiendo un paquete de tabaco que según ella le había quitado la hija mayor”, cuenta Perujo Martínez. Y añade: “Es tal la impotencia y desesperación que esta situación prolongada durante años origina, que en algún momento piensas en tomar una decisión irreversible”. No lo hizo por sus hijas, aunque ha pagado un alto precio. Hace tres años y medio sufrió una importante intervención para extraerle un tumor cerebral. Según los neurocirujanos, aquello fue consecuencia directa del estrés originado por su situación personal.
Sólo cuando la hija mayor de Perujo se escapó de casa y exigió ser escuchada por un juez, la fiscal accedió a ello. Una psicóloga las había valorado previamente en presencia de la madre y después las valoró dos veces más: las hijas siempre manifestaron que eran maltratadas por la madre y la técnico siempre ocultó estos datos en sus informes. Pero, ¿quién determina si las denuncias interpuestas por las mujeres son falsas?
Denuncias falsas
Desde el Observatorio contra la Violencia Doméstica y de Género del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ) se publicitan todos los datos estadísticos relacionados con Violencia sobre la Mujer. En concreto, en el año 2010 se interpusieron aproximadamente 134.105 denuncias y se registraron 15.907 renuncias a la continuación del caso. “Que la víctima renuncie a continuar con el proceso penal una vez interpuesta una denuncia no quiere decir, en absoluto, que ésta sea una denuncia falsa”, puntualiza Cristina Fabré, miembro de ese organismo. De hecho, añade, “desde esta sección se ha realizado un estudio sobre las sentencias dictadas y de las 540 sentencias examinadas sólo en una se refleja que la denuncia era falsa”.
El delito por poner una denuncia falsa en España está penado con dos años de cárcel.
El grupo de Hombres Maltratados critica la distorsión informativa sobre la violencia de género y en concreto los datos que, en su opinión, se silencian desde el CGPJ al hacer “un mal uso de estos por parte de los informes sobre muertes violentas en el ámbito de la pareja en España, referidos al ámbito de la Ley de Violencia Doméstica y la Ley de Violencia de Género: los varones asesinados por sus ex cónyuges o por sus ex parejas de hecho o por sus novias o ex novias, sencillamente no aparecen en las estadísticas”.
Cuando maltratas a una persona, dejas de ser persona”
Este es el eslogan alternativo que proponen desde Hombres Maltratados y que hace referencia a la campaña impulsada por el extinto Ministerio de Igualdad en 2008 contra la violencia de género, cuyo mensaje, critican, estaba sesgado al ser unidireccional: 'Cuando maltratas a una mujer, dejas de ser un hombre'.
Esta agrupación está dirigida a todas aquellas personas que buscan la dignidad de las personas (hombres y mujeres), la igualdad ante la ley y el respeto a los derechos humanos fundamentales, y especialmente a todas aquellas que sufren la injusticia y la violencia física y psicológica de sus parejas. “Desde este grupo consideramos que una campaña contra la violencia de género tan éticamente correcta como realista debería incluir lo siguiente: 'Cuando maltratas a una persona, dejas de ser persona'”, proponen.
Corresponde ahora a los poderes públicos realizar una rigurosa radiografía de los verdaderos malos tratos en España sin olvidar, como sucede en la actualidad, a otros colectivos manifiestamente más desprotegidos, además de los padres varones, como son los menores o los ancianos, víctimas también de maltrato por su evidente situación de indefensión.
Sin embargo, no asoma en estos hombres ni un mínimo atisbo de rencor. Tampoco resentimiento. Al contrario, insisten y piden que las penas sean igual de duras para todas las personas que cometan un delito. “Todos, maltratadores y maltratadoras, deben ser perseguidos y condenados como merecen, pues no se puede menoscabar la dignidad de nadie, ni física ni psicológicamente. Quizás el lugar más adecuado para cumplir la condena no sea una cárcel, sino un hospital porque es obvio que son personas enfermas”, concluye Juan guardando en un portafolio todos los documentos que deberá presentar en el próximo juicio. El quinto desde aquella noche en que empezó su pesadilla... o su nueva vida. Al fin y al cabo, se trata de una cuestión de género humano.
OPINIONES DE LOS LECTORES, 225 COMENTARIOS
225 .- Artículo 14.

Los españoles son iguales ante la Ley, sin que pueda prevalecer discriminación alguna por razón de nacimiento, raza, sexo, religión, opinión o cualquier otra condición o circunstancia personal o social.


Leido esto, todo lo demás es cogersela con papel de fumar.

Y vivir en un pais que de democrático tiene mas bien poco.

La Ley es la garantia del sistema democrático y si la ley permite la discriminación, apaga y vamonos.
224 .- #9 Rafael R, magnífico en tus afirmaciones, como siempre.
223 .- #5 Hay que estudiar muy detenidamente en todos los casos cuales son las verdaderas razones. Esta injusta ley y su abusiva interpretación por muchas mujeres es la causa. Esta maldita ley crea desesperación, indefensión, pobreza y depresión en muchos hombres. La aguantan algunos hombres fuertes mentalmente o ricos financieramente.
Los bestias, no entran en esta polémica.
222 .- ¿Los hombres?No sé como nos las arreglamos.Nunca llevamos razón.
221 .- #214 Que vergüenza señor. No sea tendencioso. Ese forero, que su mujer le dijo "mi hijo" lo dijo cuando le estaban amenazando por dejarle en calzoncillos porque acababan de parirle un hijo. Las medias verdades son mentiras enormes.

¿Yo Soy machista por querer que mi hija esté conmigo el 50% del tiempo? ¿me puede explicar el motivo?